sábado, 12 de septiembre de 2009

De como los hermanos o primos mayores no siempre son un mal ejemplo a seguir.

Dos líneas paralelas. Dos líneas exactamente iguales en todo, diferenciadas por... ¿cómo llamarlo? Lo esencial, por ejemplo. En física cuántica, dos acontecimientos iguales en su mero suceder, pero en tiempos o espacios diferentes.

Hoy, sábado 12 de septiembre de 2009, a eso de la media tarde, se ha dado más o menos a mi alrededor un curioso caso de este paralelismo cuántico.

Eran aproximadamente las cinco menos cuarto de la tarde, 16:45 si lo prefieren, cuando en algún punto perdido de la geografía granadina, cerca del pueblo de Monachil, un ciclista gallego de Teo comenzó a sentir el ácido láctico galopando por sus piernas como un corcel desbocado, la mezcla de emoción y respeto que siente el guerrero antes de la batalla, cuando vio al polaco Sylvester Szmyd imponer su ritmo infernal en espera del ataque del grandísimo Ivan Basso.

Una media hora larga antes, en un punto concreto de la geografía gallega, el Parque de Ribadeo, un ciclista gallego de A Estrada comenzó a sentir algo muy similar cuando vio al campeón regional junior Raúl Medín remachar un ataque de Jose Taboada en la subida por la Avenida de Calvo Sotelo y supo que tenía que estar con él.

El ciclista de Teo se llama Ezequiel Mosquera, y el de A Estrada Óscar González.

Son primos.

Eran ya casi las cinco y media, 17:30 si lo prefieren. A escasos dos kilómetros de la cumbre del puerto de Sierra Nevada el mismo ciclista gallego de Teo, tras varios intentos previos, deja salir todo lo que le queda dentro y se va en solitario hacia la cumbre. Sabe que hay un corredor escapado, el francés David Moncutie. Y que es un rival durísimo.

Aproximadamente a la misma hora, en Ribadeo, el ciclista estradense afronta la última subida por la Avenida Calvo Sotelo. En el mismo momento en que gira para comenzar la ascensión, sabe que tiene en Raúl Medín un rival durísimo.

Pedalea, sólo pedalea. Ve a lo lejos la meta, demasiado cerca. Ve más cerca a Moncutie, demasiado lejos...

Pedalea, sólo pedalea. Ve detrás a Taboada, bien. Pero ve delante a Medín, cada vez más lejos...

...cruza la meta, a casi 2500 metros de altitud, a menos de un minuto de Moncutie. Como en el día anterior, como tantas otras veces, le sobró alguien para conseguir la victoria. Deja detrás a Valverde, Gesink, Basso, Samuel Sánchez...

...cruza la meta, a apenas una decena de segundos de Medín. Deja detrás a Jose Taboada, Diego Barros, Jonathan Sousa, Adán Fra, Brais González...

Lo dicho, un curioso caso de paralelismo cuántico. Pero en este ¿tendrá algo que ver la genética?

Vaya manera de cruzar ciencias cuando yo voy para fisioterapeuta...

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Vuelta a las andadas... por fin!

Dos meses sin bici puede parecer mucho. En realidad, dos meses sin bici es mucho, mucho tiempo. Pero cuando la cabeza dice basta y encima se le dan otros quehaceres (carnet, mudanza, playa...), pasan dos meses con la bici en el taller y no te das cuenta hasta que un día, sin más ni por qué, aparece en tu cabeza una Orbea azul.

Entonces no puedes dejar de pensar en el día en que la recogerás del taller y volverás a dar una vuelta en ella. Pero, aunque resulte curioso, el día que la recogí del taller se quedó guardadita en casa. Había día de playa, último día por la zona de un amigo al que no voy a volver a ver en bastante tiempo... Vamos, que el reestreno, para que resulte más heavy todavía, se dejó para el pasado domingo 6 de septiembre.

XXVII Marcha Cicloturista Ría del Eo (nombre oficial). Oficiosamente conocida como Cicloturista de Vegadeo, porque es el punto de partida y llegada, y además la Ría no es que la veamos mucho... El recorrido, más bien corto (7o km con la neutralizada) pero duro, con unos 1430 metros de desnivel positivo acumulado. Sobre el kilómetro 24 se corona el Puerto de La Garganta, sobre el 33 se llega a Santalla de Oscos, en el 44 o así se llega a Villanueva de Oscos y unos 10 después de nuevo a La Garganta:



Ante dos meses de parón y un estado de forma casi nulo, me tomé con calma el tramo hasta la neutralización, es decir, subir La Garganta y bajar hasta Santalla de Oscos. Subí fuerte, sufriendo, pero sin intentar seguir ningún ritmo que viera excesivo. Me incrusté en un grupo donde al principio sufrí pero poco a poco fui encontrándome mejor, llegando incluso a irme por ritmo subiendo "la variante", ese temido kilómetro por encima del 10% que llega tras trece de subida contínua y parece que tiene campos magnéticos y hombres del mazo "periquianos". Sin embargo, la Orbea azul rindió y los esquivó a ambos.

Entre esta recuperación y el avituallamiento en Santa Eulalia, me vi capacitado para forzar la máquina en lo que quedaba, que sin ser durísimo, tenía su cierta miga siendo además un terreno mucho más bonito y propicio para mí de repechos duros con descansos.

Más por hacer la comedia que por otra cosa, ataqué en la primera bajada, realmente divertida y llena de curvas complicadas, muy bonita (oh, cómo cambian las cosas, ¿verdad?). Vi que nadie me seguía así que me puse a rodar.

Y rodando, rodando, llegué a Villanueva con sólo cuatro o cinco ciclistas por delante, y en la compañía de otros tantos. Desde ahí hasta La Garganta, ritmo y a sufrir. Ritmo, por cierto, realmente sorprendente para mi estado de forma, llegando a pillar al grupo que llevaba por delante.

Y sólo quedaba bajar La Garganta. Me lo tomé con mucha calma, la verdad. Bajé la primera mitad con el grupo que cogí antes de coronar, hasta que dejó de apetecerme pedalear. Pero entonces sucedió algo importante: me cogieron por detrás Bruno e Ismael, dúpla veigueño-pontenovesa del C.C. Colloto. Tal afrenta no pudo quedar sin venganza, así que hubo que echar el mítico pique en la señal del punto kilométrico 1, entre Piantón y Vegadeo.

Y, como siempre digo, para algo tienen que servir los jamones consistentes que tengo: ganarle esprints a mi compañero de entrenamiento. Sobre una Orbea azul... por fin!