martes, 12 de enero de 2010

De los sueños.

El tiempo es engañoso en los sueños. Se ralentiza o se acelera bajo el influjo del sistema límbico, el subconsciente o alguna fuerza esotérica, qué sé yo. Como si de los "Relojes blandos" de Dalí se tratase, los segundos se curvan, se llenan de matices y reflejos, de brillos y sombras.

Ayer por la noche tuve un sueño (si es que no estoy escribiendo esto en sueños), un sueño que duró tres meses.

Un sueño en el que (como en todos) se mezclaban los rostros y las voces, el cielo con la hierba, con el agua, con el barro, con la arena... Recuerdo la profusión de nervios y adrenalina liberados tras el silbido estridente del plateado silbato, los músculos, las cadenas, la fuerza pura en desatada explosión. Recuerdo la emoción del esprint victorioso, aunque fuera por un puesto anónimo en los abismos de la clasificación. Recuerdo las risas, los abrazos, la relajación, la llena plenitud de la felicidad.

Obviamente, recuerdo el frío y el dolor, porque siempre están presentes, dando un baño épico a cada situación. Porque, por enrevesado que parezca, una cara de dolor sincero puede ocultar un placer maravilloso. Porque ser ciclista, al menos en el sentido clásico de la palabra, es ser un poco masoquista.

Y todo esto lo soñé ayer.

El bello sueño que es el ciclocross se ha terminado una vez más. Ahora esperan diez meses de larga vigilia antes de conciliar el sueño de nuevo.

Pero bueno, no se vive tan mal en el mundo real no?

Última foto del ciclocross de este año (con la ropa del nuevo equipo, C.C. Eo) cortesía de www.mgarciacur.blogspot.com

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