martes, 24 de noviembre de 2009

Oink, Oink!!

Creo que el título resume a la perfección mi carrera de Navia. Y es que, como dije el año pasado por estas fechas, el ciclocross de Navia es especial.

Hace, mes arriba mes abajo, once años de la primera vez que aparecí por Navia, asmático y paticorto, hermano de un juvenil de primer año con la capacidad pulmonar de Indurain y patas inabarcables. Caprichos de la genética. Después, año tras año, la simbiosis Traba-ciclismo fue tomando forma.

Aquellos últimos sábados de octubre, empezando la temporada, todos en la playa de Navia a las 3:30 con tenis y chándal primero, BTT después (una Number One los primeros años, que dejó paso a una Orbea cuyo modelo nunca conseguí descifrar), para dar la puntilla a la preparación, ya con el nuevo año, sobre las bicicletas de carretera. ¿Cuántas veces habremos hecho el ejercicio de atacar y doblar al grupo?

Volviendo a la citada simbiosis, hubo un día clave en todo este asunto: 23 de octubre de 2005. Mi primera carrera de ciclocross, el día que crucé al lado oscuro y me perdí irremisiblemente. Desde ese momento "me pasé al verde".

Y volver a Navia, año tras año, a correr una de las mejores carreras del país... No tiene precio.

Cerramos aquí la introducción en tono nostálgico y volvemos al presente. Temporada de ciclocross 2009-2010, mi debut en sub 23, carreras de una hora con más exigencia y más nivel. Y yo que para entrenar una hora necesito media tarde y para estudiar una hora necesito media tarde también, pues tuve que hacer balance de prioridades. Y salió cruz. Digamos que los más de 300€ que se me van al mes entre alquiler, gasolina, tarifas varias, comida y demás pesan mucho como para añadir más entretenimientos a mi ya ajetreada actividad cerebral.

Esto, en una persona como yo (y aquí lo dejo para no hablar mal de mí mismo) acaba llevando a espectáculos como el del otro día: ninguna opción de un buen puesto, concurso de charangas (creo), gente similar a mí en lo que a enajenación mental se refiere (Pepis, la Enanna, el Acordeonista sexy, el Raposo, parecemos una canción de Bunbury), carrera de casa... Oink, oink!!

Dejemos que las fotos hablen por sí mismas, pues vale más una imagen que mil palabras, una imagen en movimiento más que mil imágenes estáticas, pájaro en mano que ciento volando y una Cañondale de ciclocross más que todos los Ferraris del mundo (salvo el archiconocido triciclo de Ferrari, al que igual dedico una entrada otro día):























Así empezó todo...