miércoles, 9 de septiembre de 2009

Vuelta a las andadas... por fin!

Dos meses sin bici puede parecer mucho. En realidad, dos meses sin bici es mucho, mucho tiempo. Pero cuando la cabeza dice basta y encima se le dan otros quehaceres (carnet, mudanza, playa...), pasan dos meses con la bici en el taller y no te das cuenta hasta que un día, sin más ni por qué, aparece en tu cabeza una Orbea azul.

Entonces no puedes dejar de pensar en el día en que la recogerás del taller y volverás a dar una vuelta en ella. Pero, aunque resulte curioso, el día que la recogí del taller se quedó guardadita en casa. Había día de playa, último día por la zona de un amigo al que no voy a volver a ver en bastante tiempo... Vamos, que el reestreno, para que resulte más heavy todavía, se dejó para el pasado domingo 6 de septiembre.

XXVII Marcha Cicloturista Ría del Eo (nombre oficial). Oficiosamente conocida como Cicloturista de Vegadeo, porque es el punto de partida y llegada, y además la Ría no es que la veamos mucho... El recorrido, más bien corto (7o km con la neutralizada) pero duro, con unos 1430 metros de desnivel positivo acumulado. Sobre el kilómetro 24 se corona el Puerto de La Garganta, sobre el 33 se llega a Santalla de Oscos, en el 44 o así se llega a Villanueva de Oscos y unos 10 después de nuevo a La Garganta:



Ante dos meses de parón y un estado de forma casi nulo, me tomé con calma el tramo hasta la neutralización, es decir, subir La Garganta y bajar hasta Santalla de Oscos. Subí fuerte, sufriendo, pero sin intentar seguir ningún ritmo que viera excesivo. Me incrusté en un grupo donde al principio sufrí pero poco a poco fui encontrándome mejor, llegando incluso a irme por ritmo subiendo "la variante", ese temido kilómetro por encima del 10% que llega tras trece de subida contínua y parece que tiene campos magnéticos y hombres del mazo "periquianos". Sin embargo, la Orbea azul rindió y los esquivó a ambos.

Entre esta recuperación y el avituallamiento en Santa Eulalia, me vi capacitado para forzar la máquina en lo que quedaba, que sin ser durísimo, tenía su cierta miga siendo además un terreno mucho más bonito y propicio para mí de repechos duros con descansos.

Más por hacer la comedia que por otra cosa, ataqué en la primera bajada, realmente divertida y llena de curvas complicadas, muy bonita (oh, cómo cambian las cosas, ¿verdad?). Vi que nadie me seguía así que me puse a rodar.

Y rodando, rodando, llegué a Villanueva con sólo cuatro o cinco ciclistas por delante, y en la compañía de otros tantos. Desde ahí hasta La Garganta, ritmo y a sufrir. Ritmo, por cierto, realmente sorprendente para mi estado de forma, llegando a pillar al grupo que llevaba por delante.

Y sólo quedaba bajar La Garganta. Me lo tomé con mucha calma, la verdad. Bajé la primera mitad con el grupo que cogí antes de coronar, hasta que dejó de apetecerme pedalear. Pero entonces sucedió algo importante: me cogieron por detrás Bruno e Ismael, dúpla veigueño-pontenovesa del C.C. Colloto. Tal afrenta no pudo quedar sin venganza, así que hubo que echar el mítico pique en la señal del punto kilométrico 1, entre Piantón y Vegadeo.

Y, como siempre digo, para algo tienen que servir los jamones consistentes que tengo: ganarle esprints a mi compañero de entrenamiento. Sobre una Orbea azul... por fin!

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