lunes, 24 de noviembre de 2008

Sobre los males de ojo.






Reguero, 3º.

El grupo de cabeza en master 40, con un genial Ángel Arias, haciendo una salida destacadísima.
Aida Nuño, encontrándose mejor que otras temporadas, fue 5ª.

El grupo cabecero de la prueba cadete en la primera vuelta.
Iván Fuertes.

Rubén Rodríguez.
Samuel Jiménez, ganador en master 30.
Galicia Calidade. Su selección cadete tampoco les fallará este año.

Marta García, coleccionando podios en su primer año como cadete.
Carrerón de Santi, 27º en toda una copa de España, por delante de Darío...
Darío, se descentró totalmente con una avería en a primera vuelta y decidió guardar para la carrera de casa, al día siguiente.
Gonzalo Andrés, 9º, saliendo desde la tercera línea de la parrilla.

Luis Junquera, lleva un par de semanas tocado de la garganta, buena actuación para su estado de salud.





Borja Castro, sufrió bastante tras caerse en la primera vuelta, no encontrando su ritmo en toda la carrera.
Isidro Nozal, a plena potencia.

El prometedor sprinter gallego Carlos Bruquetas, en una "escapada" a una modalidad de la que fue asiduo en categorías inferiores, con grandes resultados a nivel regional.



Diálogo de esta foto:
-¡Paso, por favor!
-¡Venga!
-¡Gracias!

Por esto preferimos el ciclocross.


El extremeño Gonzalo Zambrano, que ante la desaparición de su equipo, el Extremadura-Ciclismo solidario, se dedica este invierno al ciclocross.



Valladolid, domingo 26 de octubre de 2008. Algo comenzó ese día, con continuos saltos de cadena que no me permitieron superar el 19º puesto final, cuando estaba perfectamente a mi alcance el acercarme al top 10.

Esa racha negativa tuvo su cénit, tras enfermedades estomacales y el fallo arbitral de Las Regueras, posteriormente subsanado; el sábado 22 de noviembre en el embarrado circuito de Culleredo, en la segunda puntuable para la Copa de España.

El circuito no era de mi estilo, con demasiada exigencia técnica por culpa del barro en muchas curvas. Además, no estaban siendo los mejores días de mi vida, con problemas extradeportivos que me descentraron del entrenamiento durante toda la semana. Calentando pinché una rueda, ya estaba avisado...

No obstante, pase lo que pase hay que intentarlo. Siempre, aunque cueste. Aunque todas las constelaciones estén en contra.

La carrera empezó mal desde la misma salida. Las dos primeras filas estaban ocupadas por los corredores que puntuaron en Valladolid, justo el lugar donde debería estar yo de no haber mediado los problemas mecánicos. Me posicioné en tercera fila. Las dos filas de delante, salvo unas pocas honradas excepciones, se aprovecharon de la ineptitud arbitral para realizar una salida falsa. Los que pusimos el pie en el suelo pagamos las consecuencias.

No pasa nada, si hay que remontar se remonta. No llevaba ni medio circuito cuando, en la curva de 90º a izquierdas al lado del campo, la que estaba peraltada; me pasé de vueltas y sufrí una caída bastante aparatosa, aunque sin consecuencias.

Bueno, sí, otros cinco corredores a los que superar.

Seguí remontando, sin que nadie me siguiera, hasta que llegué a la rueda del madrileño Daniel Clemares. Seguimos juntos, adelantando a bastantes corredores.

Yo ya iba sintiendo cosas raras al pedalear. A falta de vuelta y media tuve que cambiar de bici (gracias a Darío que me dejó la suya en el box) porque a mi biela poco le faltaba para caerse. Supongo que perdería la tapa en la caída.

Menos de medio kilómetro después volví a caerme, esta vez por culpa de John Luck, marca navarra de zapatillas totalmente incapaz de construir una suela en garantías. El hierro al que va enganchada la cala carcomió la suela de la zapatilla, permitiendo a la cala dar la vuelta entera sin salirse del pedal.

Ahí terminó mi carrera de Culleredo. Descalzo hasta el box para devolverle la bici a Darío y coger la mía. Tuve suerte de que uno de los tornillos por fin se soltó y pude calzarme...

La victoria fue para Íñigo Gómez por delante de un Míkel Elorza recién llegado de Bélgica y de un súper motivado Óscar Martínez, corriendo en casa.

Participaron otros dos asturianos. Aitor Graña se las prometía muy felices, rodando casi en cabeza, hasta que su sillín se rompió y pinchó una rueda. Respecto a Alberto Lucas, estaba encontrándose sin chispa en carrera, cuando reventó uno de los tubulares que estaba estrenando.

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